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Beatriz Talegón carga contra Pablo Iglesias, Albert Rivera y Pedro Sánchez.

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Beatriz Talegón arremete contra Pablo Iglesias, Pedro Sánchez y Albert Rivera.

 

 

He de pedir disculpas:

Me disculpo por haber confiado en el PSOE, donde dediqué 10 años con ganas y sin saber lo que fui descubriendo a base de hostias: que de República y de izquierda no se podía esperar nada de ellos. Pero aprendí mucho y eso lo agradezco.

Me disculpo por haber tendido una mano, de entrada a cualquier persona que me ha invitado a dialogar y después ha traicionado mi confianza. Quizás debería ser desconfiada de mano. Pero lamento no ser así. Tampoco me arrepiento. Se aprende de todo. Y en este sentido:

En su día Albert Rivera se me presentó como el “regenerador” socialdemócrata, que apostaba por participar en política de manera limpia. Y yo escuché y fui sencillamente paciente. Hasta que vi que era un facha.

En su día, Pablo Iglesias me resultó ser “el que traía” la calle a la política. Igualmente le escuché y le tendí la mano. Hasta que vi que era mentira. Otro que tal bailaba.

Pedro Sánchez no me engañó de entrada. Pero decidí apoyarle cuando le trituraron sin piedad. No por él, sino porque era inadmisible el destrozo que estaban haciéndole a unas mínimas pautas éticas y democráticas. Sin más.

Me disculpo. Si. Porque suelo confiar de entrada hasta que constato que no merece la pena seguir confiando. Otros habrá que prefieran cerrar los ojos y oídos porque tienen la suerte de saber de todo sin necesidad de conocer y contrastar. Yo soy bastante más incauta.

Y sí: parece que debo disculparme por acercarme a una manifestación de Jusapol. Una promesa que hice cuando realicé una entrevista y me pidieron que, por favor, acudiera a ver con mis propios ojos quiénes eran. Y todo porque no me fiaba un pelo de ellos. Con razón.

La foto con Jandro no me avergüenza ni me arrepiento de ella. Con quien no piensa como yo también puedo hablar, llevarme bien e incluso tener cariño por cuestiones varias. Pido disculpas por no ser sectaria.

Y pido disculpas por tratar siempre de escuchar y entender. Por sacar mis propias conclusiones y no berrear como un borrego. Defenderé a quien merezca mi respeto. Sea quien sea. Incluso sin compartir sus ideas. Y atacaré a quien me parezca que está obrando de manera cuestionable.