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«Guardad esto para reírnos». El sindicato de Vox verá la luz en el barrio de Salamanca

No podía ser en otro sitio. El sindicato ultra de Vox, Sindicato para la Defensa de la Solidaridad con los Trabajadores de España, nace con una sede provisional en el barrio madrileño de Salamanca, uno de los más caros de España, y germen de las caceroladas «cayetanas» contra el Gobierno.

El vicepresidente Primero de Acción Política de VOX y Jefe de la delegación de esta formación ultra en el Parlamento Europeo, Jorge Buxadé, ha sido el encargado esta mañana de anunciar el nombre del sindicato que “apoyamos, promovemos y ayudaremos en la medida de lo posible, con nuestras manos con nuestra alma, con nuestro corazón y con todas nuestras fuerzas”.

Buxadé sostiene que los españoles necesitan que se acabe de una vez con esta situación de confrontación a la que ha llevado la izquierda en este país de «ricos contra pobres, empresarios contra trabajadores, padres contra hijos, hombres contra mujeres, de catalanes contra madrileños o de aragoneses contra andaluces». «Por encima de todo unidad y, en el ámbito de las relaciones laborales, solidaridad», ha proclamado.

Sin embargo, es llamativo que pese a mostrar su más que patente apoyo, la formación de extrema derecha asegura que no es su sindicato. Santiago Abascal, presidente de Vox, fue quien anunció su creación. Su portavoz, Buxadé, quien dio a conocer su nombre. Entre los promotores del nuevo sindicato figura Raquel Moreno Barba, la única concejal de Vox en Torres de la Alameda, un municipio de 7.800 habitantes en el madrileño valle del Henares. Pero, como dicen, no tienen nada que ver con él.

Otra de las coincidencias son los estatutos, pues son un calco de los de Vox, tal y como señala El País: ignoran la existencia de las comunidades autónomas y diseña una estructura jerárquica, en cuyo vértice se sitúa el secretario general elegido por un periodo de cuatro años, prorrogables sin límite, es el encargado de aprobar la creación de secciones sindicales, asociaciones provinciales y sectoriales, preside la asamblea general y nombra incluso a los miembros del comité de garantías, que se encarga de zanjar los conflictos internos. De todo menos democrático.

Sin duda, la extrema derecha está preparándose para un marco post pandemia tintado de crisis económica y quiere hacerlo desde un sector que está en las antípodas de su ideología. Este sindicato será usado para atacar al gobierno progresista y poner a trabajadores en contra basándose en ideas populistas, imitando la forma como han accedido al poder.

Las reacciones, como no podría ser de otra forma, no se han hecho esperar. Twitter se ha llenado de comentarios riéndose de la incongruencia que supone un sindicato de extrema derecha. Suponemos que en las próximas semanas las risas tornarán en llanto por permitir un nuevo crecimiento de la intolerancia en nuestro país.

 

 

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